La conexión entre los insultos racistas que recibe Vinicius Jr. en el campo de juego y las 400 identificaciones diarias que la policía realiza por perfil racial en nuestro barrio, Lavapiés, existe. Se llama racismo.
En la lucha antirracista no es lo mismo ser racializado que aliado. Los Dragones y las Dragonas somos una mezcla de las dos cosas: las 400 personas que juegan en nuestros equipos tienen 50 procedencias nacionales diferentes y en nuestra junta directiva deciden personas de Senegal, Marruecos, Australia y España. Como presidenta blanca sé que quienes quitan importancia al hecho de que la policía identifique a niños diariamente por su color de piel son siempre personas blancas como yo. «Si no has hecho nada no tienes nada que temer» dicen. Pero no hay como pasar un tiempo observando en el Parque del Casino de la Reina o en la Plaza de Lavapiés las reacciones de las personas que son identificadas para darse cuenta de que a nadie le gusta que la policía se acerque y le pida la documentación. Las ciudadanas y ciudadanos europeos se muestran ultrajados cuando esto sucede. Y les sucede mucho menos (para hacernos una idea según «Parad de Pararme», el informe de SOS Racismo en Cataluña por cada persona blanca que es identificada se para a 7 racializados).
El Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de Naciones Unidas, que supervisa la aplicación de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial por parte de los Estados, recomienda a los Estados que tomen las medidas necesarias para evitar actuaciones policiales basadas exclusivamente en el aspecto físico o la pertenencia a un grupo étnico que expongan a las personas a una mayor sospecha.
En el ámbito europeo, el perfil étnico y racial se posiciona como un comportamiento discriminatorio contrario a los artículos 3 y 14 de la Convención Europea de los Derechos Humanos. El Parlamento Europeo advirtió que el perfil basado en supuestos estereotipados podía agravar los sentimientos de hostilidad y xenofobia en el público general y recomendó la adopción de una definición clara de perfil étnico, el uso de estadísticas étnicas anónimas para identificar la discriminación en las prácticas de la policía y el establecimiento de salvaguardas fuertes y mecanismos de reparación efectivos y accesibles para las víctimas de esta práctica.
La percepción de las personas racializadas como peligrosas es lo que está detrás de una presencia policial en Lavapiés muy superior a la de otros barrios con igual o mayor índice de delitos. Y es lo que está detrás de los insultos a Vinicius o a nuestros jugadores racializados también en el campo de fútbol. Sólo esos prejuicios pueden explicar que en un choque fortuito por un balón aéreo, los seguidores de un equipo que acumula sanciones por su comportamiento violento llamen a la policía (acudieron cinco coches que se fueron sin encontrar motivo para intervenir) y que haya que escribir varias reclamaciones para que se borre la acusación de «agresión» hacia nuestro jugador. Sólo esos prejuicios pueden hacer que una promotora no sólo no se disculpe sino que intente demostrar que ese mismo jugador está mal alineado. Cuando en el partido de vuelta, temiendo que haya violencia física hemos tenido que acudir como observadoras los mismos seguidores de este equipo nos han dicho que llamásemos al SEPRONA. Piara Powar, el presidente de FARE Network, organización a la que pertenecemos, se ha quejado de la inefectividad y la tardanza en actuar de las autoridades españolas respecto al racismo en los campos de fútbol. No sólo es un problema de la primera división.
El racismo existe y en nuestro barrio se combate contra él porque es un barrio racializado y diverso y porque es una caja de resonancia. Nosotros lo hacemos jugando a fútbol. Y así seguiremos mientras podamos.
Esta es la investigación completa que escribimos en 2022: Dragones X el Reina, con ayuda de Museo Nacional Reina Sofía, Fundación Carasso y Planta Alta.
Bravo !