En 1876 unos cuantos profesores universitarios se enfrentaron a la decisión del gobierno canovista de eliminar la libertad de cátedra abandonando la universidad pública. Fundaron su propia escuela: la Institución Libre de Enseñanza. El legado de la ILE, krausista, secularizador y humanista alcanza hasta nuestros días, pese al intento sostenido y cruel de la dictadura franquista de borrarlo.
Identificamos la ILE con las Misiones Pedagógicas, la Residencia de Estudiantes, el Museo Pedagógico Nacional, la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, los periódicos escolares y las colonias en la naturaleza… Y ¡también con el fútbol!, pues hemos leído (https://cartasesfericas.wordpress.com/2012/10/31/el-krausismo-del-futbol-madrileno/) que fue el propio director de la ILE, Francisco Giner de los Ríos, quien trajo los primeros balones de “football” a Madrid para sus alumnos, quienes crearon el primer club de la capital en 1897: el Sky Foot-Ball Club, precursor del Real Madrid.
La Institución Libre de Enseñanza es toda una inspiración para los Dragones de Lavapiés por su afán transformador a partir de la educación y desde que en 2020, después del confinamiento, decidimos crear un campamento urbano con las consignas de aire libre, deporte y acceso a las instituciones culturales, ha guiado nuestros pasos. Este verano de forma muy literal pues hemos programado dos excursiones a Rascafría, en la Sierra de Guadarrama, uno de los lugares favoritos de Giner de los Ríos para sus salidas naturalistas.
El primer día, todavía en junio, las presillas nos esperaban con sus aguas cristalinas y heladas en un ambiente sosegado y tal vez no muy distinto al de hace más de cien años. Las dragonas y los dragones disfrutaron muchísimo con un flotador unido a una cuerda de saltar con el que se transportaban de un lado a otro de las compuertas.
Más de 50 niñas y niños abarrotaban el autobús que dos semanas después nos devolvió al mismo lugar totalmente transformado: nada más llegar, el aparcamiento con más de 20 autobuses alineados presagiaba la locura. No obstante el espacio nos acogió a todos sin llegar a la saturación completa. Los campamentos de verano eran los protagonistas en las sombras que los árboles proporcionan. Niños uniformados de urbanizaciones de Boadilla del Monte, con camisetas del mismo color y a quienes las monitoras hablaban en inglés. Niños y niñas de Tetuán con monitores con camisetas estampadas con el logo de organizaciones que luchan contra la pobreza ocupaban el territorio como en un tablero de Risk…
Me llenó de orgullo que nuestros niños y niñas no tuvieran esa uniformidad. Que no estuvieran en ningún campamento para millonarios ni tampoco para pobres (utilizando la terminología de los propios niños). Que tuviesen edades, orígenes nacionales, culturales diferentes y sobre todo, que se cuidasen entre ellos.
Luego tuvieron que desobedecer los carteles, jugar a fútbol con los niños de Boadilla y enfadarse. Y uno de los chicos de Boadilla profirió un insulto racista contra uno de los dragones. Advertirle al de Boadilla de que tenía un problema de racismo no parecía suficiente para el pequeño dragón que quería pegarle. Era el mismo niño que unas horas antes, al ver al mantero Mame Mbaye en la camiseta del guía arqueólogo del Valle de los Neanderthales, había dicho: “ese es mi tío”. El guía, antiguo habitante de Lavapiés, había contestado: “pues muy bien” y luego nos había contado que los neanderthales no eran racistas ni belicosos, que toleraban y convivían con el homo sapiens y que no era verdad que la guerra o la violencia hubieran alimentado la evolución.
También que teníamos un pequeño porcentaje neandertal en nuestros genes…




